LÍNEAS DE FUERZA
Ana Amorosino, Andrea Scardaccione, Inés Lütz, Stella Quinteros y Susana Prati. Curaduría: Verónica Gómez. Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2022

¿Será el arte un conjuro para disipar el miedo? Desarrollar una estrategia, inventar las herramientas para auscultar aquello cuya forma es intuida pero no se puede precisar todavía es el trabajo constante del taller. La forma aparece entonces como el resultado de una travesía en parte hecha a ciegas. Y todo recorrido precisa de un espacio:

En los dibujos, pinturas y cerámicas de Ana el espacio es tejido interior, alveolo y blandura de lo que cabe en una mano -una piedra, una fruta-. La forma íntima de lo pequeño, de lo que puede ser cobijado, encuentra su doble agigantado en la multiplicación de huecos y conexiones que elaboran una matriz compleja e imprevisible. El espacio que Inés trae a colación se mueve sutilmente, respira, es inmersivo, delicado, añorante. Habla de pueblos remotos, de abstracciones con reminiscencias de paisajes. De las reflexiones de una niña en la orilla del mar. De un experimento sencillo que logra captar la huella grácil de las cosas cercanas. En los dibujos de Andrea el espacio es un país maravilloso: entre la profundidad marina y lo entreverado del bosque, Andrea elabora un estampado de percepciones que se ocupan de lo pequeño y lo barroco. La forma de lo desconocido se revela en el apego a una descripción de texturas meticulosa y preciosista. En las pinturas de Stella el espacio se espesa y sofoca en la reiteración de trazos untuosos y honestos. Sin coquetería el color avanza, embarrándose si es necesario, con pincel o con la mano. Y en estos ambientes pesados la luz se abre paso como una resolana arrancada a la materia. Humos, fuegos, pastizales, enramadas, la naturaleza es gesto urgente y excusa del hacer. Encontrar la forma del vacío demanda una observación atenta. Las acuarelas de Susana intuyen el vacío con el cuerpo, el pincel entiende el movimiento de los pájaros, el ciclo del oleaje, el batir de un abanico. Sin ser visibles ninguno de esos elementos, Susana hace presente la vitalidad que los alienta. Gesto y escucha; intervención y abstinencia. Esa alternancia dicta el ritmo de lo que está vivo.

Durante la travesía la confianza mantiene el pulso y lo lanza a lo desconocido. Los trabajos de Ana, Andrea, Inés, Stella y Susana tienen eso en común, esa voluntad que es fuerza, no unívoca ni homogénea, mucho menos altisonante, sino inquietud sensible y permanente que les exige salir una y otra vez de los lugares de confort.

Verónica Gómez